Lo mejor de cumplir años es la libertad con la que actúas sin importarte el que dirán. Hoy, por ejemplo, voy a dormir en un tipi cedido por un indio cheroqui en un bosque perdido de Carolina del Norte bajo la protección del tótem de la tribu. Quien me iba a decir a mí que a mis noventa años podría cumplir por fin uno de los sueños de mi infancia. Ahora sólo me falta encontrar un tesoro en una isla perdida y a mi príncipe azul en un baile de disfraces.
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Microrrelato para el reto de mayo de 2020 de Escribir jugando de Lídia Castro Navàs