Telepatía

Lo tenía decidido. Esa misma tarde se metería en la bañera y se cortaría las venas. Sólo quería despedirse de una persona antes de hacerlo. Marcó su número de teléfono. Esperó un tono tras otro pero nadie respondió. Entonces sonó el timbre de la puerta. Ahí estaba ella, con un bastón de caramelo en la boca, mirándolo.

—¿Vamos al cine? —propuso ella.

—Bueno, eh…, pues vale… —contestó él.

—Perdona, ¿estabas haciendo algo importante?

—No, nada —dijo él—. Ya lo haré otro día.

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Microrrelato que participa en el Reto 5 líneas del mes de Diciembre del blog de Adella Brac.

 

Huída hacia adelante

No recuerdo cuando me quedé dormida pero al despertarme vi que ya no era Andrea quien conducía sino que era Nora. Entre las dos habían estado toda la noche conduciendo.

—¿Dónde estamos? —le pregunté algo nerviosa a Nora.
—No lo sé, Nerea. Bastante lejos…
—¿Qué tal has descansado? —me preguntó Andrea desde el asiento de copiloto.
—Bien; tengo un poco dolorida la espalda, pero estoy bien. ¿No me habéis avisado para que hiciera mi turno de conducción?
—Vimos que estabas durmiendo profundamente y nos dio pena despertarte —dijo Nora al volante.

Giré la cabeza hacia la derecha y miré por la ventana del coche. Fuera solo se veían árboles; ninguna casa, nada de gente. Me alegró sentir la soledad que nos rodeaba. Fijé mi mirada al frente. Allí estaban Andrea y Nora, las dos mejores amigas que una mujer puede tener.

—En el siguiente pueblo que encontremos me dejáis en el primer hostal que haya y os volvéis para casa.
—¡Qué te lo has creído tú! —me dijo Andrea girándose hacia mí por completo. Entonces vi como Nora también me observaba desde el espejo retrovisor.
—No puedo pediros ni quiero que me deis más ayuda. Ya habéis hecho bastante por mí.
—Bastante no es suficiente —dijo Nora—. Cuando veamos que estás bien hablamos de dejarte sola; mientras tanto, ni lo menciones.

Por primera vez en mucho tiempo fui capaz de sonreír. Nora y Andrea también sonrieron al verme a mí hacerlo. Con su ayuda había sido capaz de escapar del infierno. Ahora buscábamos un paraíso en el que pudiera quedarme para rehacer mi vida, un lugar en el que mi diablo particular jamás pudiera encontrarme.

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Este microrrelato fue seleccionado y publicado en la Comunidad del Portal del escritor, en el #ViernesCreativo: Tres personas viajan por una carretera interminable