No recuerdo cuando me quedé dormida pero al despertarme vi que ya no era Andrea quien conducía sino que era Nora. Entre las dos habían estado toda la noche conduciendo.
—¿Dónde estamos? —le pregunté algo nerviosa a Nora.
—No lo sé, Nerea. Bastante lejos…
—¿Qué tal has descansado? —me preguntó Andrea desde el asiento de copiloto.
—Bien; tengo un poco dolorida la espalda, pero estoy bien. ¿No me habéis avisado para que hiciera mi turno de conducción?
—Vimos que estabas durmiendo profundamente y nos dio pena despertarte —dijo Nora al volante.
Giré la cabeza hacia la derecha y miré por la ventana del coche. Fuera solo se veían árboles; ninguna casa, nada de gente. Me alegró sentir la soledad que nos rodeaba. Fijé mi mirada al frente. Allí estaban Andrea y Nora, las dos mejores amigas que una mujer puede tener.
—En el siguiente pueblo que encontremos me dejáis en el primer hostal que haya y os volvéis para casa.
—¡Qué te lo has creído tú! —me dijo Andrea girándose hacia mí por completo. Entonces vi como Nora también me observaba desde el espejo retrovisor.
—No puedo pediros ni quiero que me deis más ayuda. Ya habéis hecho bastante por mí.
—Bastante no es suficiente —dijo Nora—. Cuando veamos que estás bien hablamos de dejarte sola; mientras tanto, ni lo menciones.
Por primera vez en mucho tiempo fui capaz de sonreír. Nora y Andrea también sonrieron al verme a mí hacerlo. Con su ayuda había sido capaz de escapar del infierno. Ahora buscábamos un paraíso en el que pudiera quedarme para rehacer mi vida, un lugar en el que mi diablo particular jamás pudiera encontrarme.
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Este microrrelato fue seleccionado y publicado en la Comunidad del Portal del escritor, en el #ViernesCreativo: Tres personas viajan por una carretera interminable
Muy chulo. Un nuevo inicio. Enhorabuena por el reconocimiento. Un abrazo, Lola.
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Gracias, Lidia. En ocasiones hay que huir para poder volver a empezar.
Un beso.
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Todas las personas que sufren ese infierno deberían tener una ayuda como la de Nora y Andrea.
precioso relato.
Un abrazo
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Muchas veces lo que precisamente falta es esa ayuda para que las personas que sufren la violencia de género se decidan a salir del infierno.
Gracias por tu compañía, Mukali.
Un beso.
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¡Buf!, la historia que hay detrás, tremenda, y sin contarla explícitamente.
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Si ya lo dice el refrán, Francisco, «al buen entendedor con pocas palabras basta». Muchas veces usando pocas palabra se puede decir más que alargando el discurso sine die.
Gracias por pasarte por aquí y comentar.
Un beso.
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Sin contar se cuenta todo a gusto del consumidor
Besos 😘
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Una vida en apariencia normal, un viaje entre amigas, pero con mucho trasfondo.
Gracias por tus palabras, Marguimargui.
Un beso.
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A ti por contarlo tan bien 😘
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Qué bueno es tener amigos así
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¡Claro que sí! En momentos así es cuando de verdad te das cuenta quienes son tus verdaderas amigas y amigos.
Un beso.
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Ahí va otro para ti, Alma 😚
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No tengo palabras para decirte lo que he sentido. Tener amigas así da la vida
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La amistad entre mujeres, cuando es sincera, es lo más bello y solidario que puedes encontrar.
Gracias por tu comentario, Úrsula.
Un beso.
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Seguro, aunque tesoros que no abundan (creo yo)
Un beso
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Me encanto, es muy original. Te felicito. Besos a tu alma.
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Gracias, María del Mar. Besos de vuelta para ti.
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