Cada segundo puede ser el último

La muerte tiene mala fama. Nuestra relación con ella siempre es de refilón y con desgana. No aceptamos que nada más nacer ya vamos caminando hacia ella.

En el sociedad actual, donde todo gira entorno al culto al cuerpo, la imagen y las falsas apariencias, escapamos de la muerte como si no existiera. Es un tema tabú del que nunca se habla cuando, en realidad, la tendríamos que tener siempre presente, no para amargarnos la vida sino precisamente para ayudarnos a disfrutar más de ella.

Darnos cuenta (y tener presente) que la muerte, antes o después, va a llamar a nuestra puerta para que nos vayamos con ella nos tiene que servir de aliciente para disfrutar más de la vida, dejarnos de tonterías y exprimir cada segundo de nuestro tiempo en el mundo porque puede ser el último.

El retrato de casada / Maggie o’Farrell

Novela con tintes históricos en la que Maggie O’Farrell ficciona una parte de la historia real de la vida de Lucrezia, duquesa de Ferrara, a mediados del siglo XVI. La propia autora, al final del libro, nos cuenta qué es verdad y qué fruto de su imaginación en la construcción de este capítulo de la Italia renacentista.

La trama de la novela se plantea con dos líneas narrativas diferentes: por un lado está la acción que se desarrolla en un momento presente de 1561 protagonizado por la propia Lucrezia; y por otro lado tenemos la narración en pasado, en tercera persona, que nos cuenta, a través de distintos flashbacks, cómo hemos llegado a ese momento de 1561.

La autora, desde el principio, nos presenta la referencia histórica sobre la que basa su ficción, y, si bien parece que ya sabemos cuál va a ser el final, nada más lejos de la realidad. La sorpresa está garantizada.

Con un estilo literario limpio, frases cortas y descripciones precisas, la lectura de El retrato de casada se hace agradable y entretenida, presentándonos sin tapujos la realidad de la vida de la nobleza de la época, sobre todo de las mujeres sometidas, en la mayoría de los casos, al poder y abuso de sus maridos.

Para mí, Maggie O’Farrell ha sido todo un descubrimiento. No había leído nada de ella con anterioridad. Sé que tuvo un éxito editorial con su libro titulado Hamnet, publicado en España en 2020, pero nunca, hasta hoy, me había decido a leer nada de ella. Suelo escapar de los bestsellers y de los éxitos de ventas como de la peste. Sin embargo, al llegar a la biblioteca de mi ciudad vi expuesto El retrato de casada como una novedad; la cuidada edición que hace de esta obra la editorial Libros del Asteroide me terminó de decidir a tomarla entre mis manos y darle una oportunidad. En resumen, no me arrepiento de haberla escogido. Leeré más libros de esta autora.

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El retrato de casada / Maggie O’Farrell

Traducción de Concha Cardeñoso

Ed. Libros del Asteroide, 2ª reimpresión. 2023.

392 pág.

Elogio a la lentitud

Imagen de ArtTower en Pixabay

¿A dónde vamos con tanta prisa, con tanta productividad, sin dejarnos un minuto libre en nuestras vidas? El mundo se ha vuelto loco. Parece que si no tienes todo el día ocupado eres un paria de la sociedad.

En la actualidad se escriben y publican más libros que lectores hay. Las novedades literarias apenas duran unos días en las mesas de las librerías, salvo que seas un escritor consumado con miles de seguidores o un fenómeno de masas cuyos best-sellers se venden seguro aunque su calidad sea dudosa.

Dónde ha quedado todo aquello de escribir un primer borrador, de dejarlo reposar, de pasárselo a tus lectores cero, de releerlo y corregirlo las veces que creas necesario, hasta que eres capaz de soltar tu libro al mundo, como cuando despides a tu hijo que va a comenzar una vida independiente, lejos de ti. Te duele, pero es ley de vida.

Cada vez que escucho a alguno de los muchos vende-humos que proliferan por las redes sociales asegurando que en cuatro meses vas a ser capaz de escribir y publicar una novela y que vas a empezar a vender libros como rosquillas porque sigues sus métodos, me pongo a temblar. Ahora prima la cantidad sobre la calidad, el producto de consumo rápido, sin complicaciones, sobre la lectura sosegada de un buen libro.

Porque esa es otra, la lectura. Hacemos carreras contra nosotros mismos para ver si somos el que más libros lee sin pararnos a disfrutar del texto que tenemos entre las manos. Lo importante ya no es qué libro has leído sino cuántos libros has sido capaz de leer cada semana, cada mes, al final del año…

Para hacer las cosas bien (cualquier cosa, también la literatura) hace falta tiempo, lentitud, perderte alguna vez en el proceso, procrastinar, aburrirte para conseguir nuevas ideas, dudar, sufrir el síndrome del impostor, pasear para dejar reposar a tu novela y que los personajes te cojan de las solapas y te arrastren a tu casa para que te pongas de nuevo a escribir.

Soy de las ilusas que continúan creyendo en los procesos y en la magia de la escritura, en la conexión entre el mundo literario y una misma. A mí no me da tiempo a hacer todo esto en unos pocos meses y varias veces al año. Lo siento, conmigo que no cuenten. No puedo ni quiero seguir el ritmo que lleva el mundo actual, en ningún espacio de mi vida, pero, menos aún, en el de la escritura. Yo me bajo del tren de alta velocidad en el que parece que vamos todos montados; prefiero ir en un tren a vapor, más lento, mirando el paisaje, pese a que, con toda probabilidad, vaya a llegar más tarde a mi destino.

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Estar en el quinto pino

Según la RAE “el quinto pino” es una locución coloquial que indica que algo está en un lugar muy lejano, pero ¿cuál es el origen de esta expresión?

Nos tenemos que ir al Madrid de principios del siglo XVIII, cuando durante el reinado del Felipe V se decidió que había que repoblar el Paseo de Recoletos y plantaron cinco frondosos pinos.

El primero de ellos lo pusieron al principio del paseo, en la parte que estaba más cerca de la Villa, a la altura de Atocha; y el quinto lo plantaron en la parte más alta, al final del paseo, donde hoy está el Paseo de la Castellana, a la altura de Nuevos Ministerios.

Con la novedad de los nuevos árboles, la gente de la época comenzó a concretar encuentros en los pinos. Lo habitual era quedar en los primeros árboles por ser los que estaban más cerca: «Quedamos a las tres de la tarde en el segundo pino».

Entonces, ¿por qué comenzó a tener más fama el quinto pino si era el más alejado de todos ellos? Pues, precisamente por eso, por ser el más lejano de todo y de todos. Allí se citaban los enamorados, lejos de las miradas ajenas. Era el lugar perfecto para dar rienda suelta a sus pasiones sin tener a nadie como testigo. Las muestras de cariño en público estaban muy mal vistas en aquella época.

Con el tiempo, la ciudad siguió creciendo y el quinto pino dejó de ser un lugar adecuado para las citas amorosas, aunque esto no impidió que pasara a usarse para referirse a algo que estaba muy lejos.

Imagen de Peter H en Pixabay

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Necesitas vivir

Puedes estudiar todas las técnicas de escritura que quieras, puedes leer decenas de libros sobre teoría literaria y no ser capaz de llegar al corazón de tus lectores con ninguno de tus textos. Necesitas vivir, experimentar tus propias emociones, cometer tus propios errores para tener algo sobre lo que escribir.

Huye de las modas

Todo aquel que me conoce un poco sabe que tengo algunos escritores de cabecera, de esos que siempre estoy leyendo y releyendo, que van conmigo donde quiera que vaya. Uno de ellos, quizás el más querido, es José Saramago, Premio Nobel de Literatura en 1998 y cuyo centenario de su nacimiento celebramos el pasado 16 de noviembre de 2022. De él aprendí muchas cosas en términos literarios, pero también me enseñó otras muchas que nada tienen que ver con la escritura, o puede que sí…, me enseñó la lealtad a uno mismo escribiendo.

Saramago fue un hombre que se mantuvo fiel, leal a sus principios hasta el final de sus días. Cuatro eran sus temas favoritos a la hora de escribir: la lucha contra las políticas neoconservadoras de algunos gobiernos, la actitud inmovilista de la Iglesia Católica, su trabajo a favor de los pueblos más desfavorecidos del mundo y su idea de la unidad de la Península Ibérica.

Mantenerse fiel a estos principios le trajo no pocos problemas a lo largo de su vida. Cuando en 1991 publicó El evangelio según Jesucristo se levantó tal polémica mediática por el malestar de la jerarquía católica portuguesa y del gobierno, que incluso llegó a vetar su presentación al Premio Literario Europeo de ese año, alegando que «ofendía a los católicos», que Saramago decidió, como acto de protesta, abandonar Portugal e instalarse en España, concretamente en Lanzarote.

Tras ganar el Premio Nobel, su nombre era conocido en todo el mundo. Sin embargo, la polémica no le abandonó porque siguió manifestando sus ideas sin importarle a quién podían molestar. Y así se mantuvo Saramago leal a sus principios hasta el final de sus días, en 2010.

Esta actitud vital de José Saramago me ha llevado muchas veces a pensar en mi propia escritura, en qué es lo que busco transmitir con mis textos, en cómo lo quiero comunicar, y he llegado a dos conclusiones:

  • Si escribo siendo fiel a mis principios y mis ideas, mi escritura será más auténtica. No tendré que ocultar lo que siento, defenderé y expresaré lo que de verdad es importante para mí.
  • Quedaré al margen de las modas literarias, de lo que se lleva escribir en cada momento. Las modas o tendencias literarias cambian de manera constante. No se puede escribir pensando en lo que está en boga hoy porque mañana puede ser algo completamente distinto.

Siendo yo misma, lejos de modas, manteniéndome leal a mis principios, creo que puedo llegar a escribir algo de lo que al final me sienta orgullosa. Por lo menos me sentiré bien haciéndolo así. Gracias, Saramago, por ayudarme a verlo con tanta claridad.

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Cómo escribir un cuento según Kurt Vonnegut

Este pasado 11 de noviembre de 2022 se cumplió el centenario del nacimiento de Kurt Vonnegut, un escritor estadounidense cuyas obras más importantes están adscritas al género de la ciencia ficción.

Entre ellas destaca Matadero cinco o La cruzada de los niños, novela semi-autobiográfica publicada en 1969 y considerada una de las obras más importantes de la literatura estadounidense del siglo XX, en la que relata sus experiencias como soldado y prisionero de guerra durante la Segunda Guerra Mundial.

Pero Kurt Vonnegut no solo escribió novelas sino que también escribió estupendos relatos y nos regaló estos consejos para saber cómo escribirlos mejor.

Día de las librerías 2022

Las librerías son esos espacios cercanos y tranquilos donde encontramos miles de historias esperando por nosotros. Acudimos a ellas para charlar con los libreros que siempre saben aconsejarnos qué libro puede ser nuestra próxima lectura; con los autores que comparten sus sueños con sus lectores. Son el lugar en el que resguardarnos de la vorágine del mundo actual y parar los relojes.

Gracias por todo vuestro trabajo apoyando a la cultura, a los escritores. Gracias por regalarme tan buenos momentos.

Espero algún día poder ver alguno de mis libros descansando en vuestras estanterías.