BÉCQUER, MI PRIMER POETA

(Soliloquios al atardecer)

Retrato de Gustavo Adolfo Bécquer, por Valeriano Bécquer, 1862 (Museo de Bellas Artes de Sevilla).

Tal día como hoy, 17 de febrero, de hace 186 años, nacía en Sevilla Gustavo Adolfo Bécquer, el poeta con el que muchos de nosotros, incluida yo, descubrimos por primera vez que era eso de la poesía.

Rima XXI

¿Qué es poesía?, dices mientras clavas

en mi pupila tu pupila azul.

¡Qué es poesía!, ¿Y tú me lo preguntas?

Poesía… eres tú.

Pero no fue hasta mi llegada al Instituto Lope de Vega de Madrid y gracias a las enseñanzas de un profesor de historia de la literatura, don Dionisio Gamallo Fierros, que amaba la literatura y los libros por encima de todo, cuando descubrí la belleza que encerraban esos versos escondidos detrás de su aparente sencillez.

Rima XXIII

Por una mirada, un mundo,

por una sonrisa, un cielo,

por un beso… yo no sé

qué te diera por un beso.

Después vinieron otros poetas más modernos, más reivindicativos, a sumarse a mi admiración y respeto por este género; también osé escribir algún poema en mi atormentada adolescencia (¿quién no ha sido poeta por culpa de su primer amor?); aunque jamás olvidaré la primera vez que oí leer estas dos rimas en voz alta. Todas las alumnas nos quedamos atentas, en silencio. La dicción pausada, con la cadencia justa, del profesor abrió ante mí un mundo de sentidos que desconocía hasta ese momento. Bécquer fue mi primer poeta. Así es fácil amar la poesía.

El valor de lo escrito

(Soliloquios al atardecer)

«No hay libro, por malo que sea, que no tenga alguna cosa buena». Esta frase, atribuida a Plinio, me la encontré hace un par de días mientras releía el prólogo del Lazarillo de Tormes. No era la primera vez que la leía o que la oía, pero cuando me di de bruces otra vez con ella, detuve mi lectura en seco y pensé en cuánta razón tenía.

Sé que hay mucha gente que opina que esto de escribir es algo fácil, que está al alcance de todo el mundo. Y no les falta razón. Escribir no es complicado; lo complicado es convertirte en escritor. En el colegio nos enseñan a leer y a escribir; desde pequeños utilizamos estas capacidades, con más o menos soltura, pero las usamos. El problema venía cuando la maestra de lengua nos pedía que hiciéramos una redacción sobre las vacaciones de verano o sobre las de navidad. Ahí comenzaba a complicarse la cosa. El summum de la dificultad aparecía si nos pedía una redacción de tema libre, sobre lo que nosotros quisiéramos. Entonces nuestras cabezas empezaban a bullir como si estuvieran a punto de explotar. Tenían que entrar en juego nuestra imaginación, nuestra capacidad de contar historias, nuestra creatividad…

Todo esto que cuento a modo de anécdota quiero emplearlo para ilustrar mi idea de que cualquier libro contiene dentro el trabajo y el esfuerzo de un escritor que ha dedicado su tiempo a redactarlo y, por ese mero hecho, ya debería merecer todo nuestro respeto. Me da lo mismo que sea el de un autor consagrado o el de uno novel, que sea un superventas de una editorial o uno autopublicado, todos, sin distinción, llevan en sus páginas una parte del alma de las personas que los crearon.

Reto a todos aquellos a los que les parezca que escribir es algo que puede hacer cualquier persona que se ponga a ello. No les pido que escriban una novela o un libro de relatos, sino que prueben a escribir diez páginas contando una historia, sea de ficción o no, y, después de hacerlo, hablamos. Con toda seguridad habrá gente que lo consiga, con más o menos trabajo. Algunos relatos serán deliciosos, bien redactados, con buena ortografía y una trama interesante; y otros no lo serán tanto. Sin embargo, todos ellos tendrán algo bueno, aunque solo sea una frase que se pueda rescatar, una idea brillante, un sentimiento expresado con toda la delicadeza.

En ocasiones, la crítica, sobre todo la destructiva, se hace sin pensar en lo que se esconde detrás de esa novela que estamos leyendo y que tan poco nos gusta. Es más que probable que mis gustos literarios no sean iguales a los vuestros, pero no por eso son menos o más valiosos. Ahora que está tan al alcance de todos hacer reseñas de los libros que leemos deberíamos tener más cuidado con lo que decimos. Tendríamos que dejar claro que la opinión que expresamos es solamente nuestra opinión subjetiva y tratar de rescatar siempre esa pequeña parte buena que cualquiera libro, por malo que sea para nosotros, guarda en su interior.