Anotaciones de madrugada

La primera que vez que te pasa, te sucede de repente, sin previo aviso. Una noche, mientras estás durmiendo a placer, te despierta una sensación extraña. Dado el estado de duermevela en el que te hayas, no entiendes qué puede ser. Tu mente se ha reactivado sin tu permiso y te sugiere que te levantes de madrugada a apuntar las ideas que tu cabeza te está lanzando a esas intempestivas horas.

Tu confianza, que anda por allí al lado de las ideas, te hace creer que te acordarás a la mañana siguiente de todas ellas y te quedas en la cama confiando en esa creencia. Pero al llegar el momento de apuntarlas por la mañana, las ideas se han ido y, por más que te esfuerzas, no vuelven a aparecer. Con rabia te dices que eso no te va a volver a pasar nunca más, hasta que vuelve a ocurrir

Sabes de sobra que si no te levantas a anotarlas en el momento en que se te ocurren las ideas a la mañana siguiente no te vas a acordar de ellas y no quieres, por nada del mundo, que eso te pueda pasar. Pero tu confianza y tu pereza te hacen pensar otra vez que tú no necesitas levantarte a apuntar una idea que te nazca de madrugada y la vuelves a perder.

Entonces llega la noche del cambio; ese momento en que te obligas, cansada de perder ideas que te parecían geniales medio dormida en la cama, a levantarte por primera vez a apuntar esa idea. Ese es un punto sin retorno hacia tu vida de escritor en el que tendrás que levantarte en más ocasiones de madrugada para escribir, pero jamás te importará. Es más, serás feliz de poder hacerlo porque escribir es tu forma de vivir la vida.

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(Reflexión publicada en EÑES)

Hay días en que…

Hay días en que no sé que es lo que estoy haciendo con mi vida. Hoy es uno de esos días. Me pongo frente al teclado del ordenador y no encuentro el lugar por el que continuar escribiendo. Me encuentro triste, agotada… Es como si cada día tuviera que empezar de nuevo. Las ideas de ayer se agotaron. Necesito otras nuevas para gastar hoy. Aunque ahora mismo no sé de dónde sacarlas. Tal vez del silencio, tal vez de la luz del sol…

Debes escribir todos los días si te quieres convertirte en una escritora profesional pero nadie me dijo lo difícil que esto es. Es un auténtico suplicio. Intentar escribir algo cada día, todos los días por el resto de tu vida.

Otros escritores más experimentados que yo dicen que algunos días no te salen más que textos que son un auténtico asco con los que lo único que puedes hacer es una buena hoguera, pero que a pesar de ello tienes que seguir escribiendo, porque por muy malo que seas escribiendo es por completo imposible que antes o después no escribas algo que merezca la pena ser leído.

Llegado ese momento verás que todos tus esfuerzos han merecido todo el sufrimiento que has padecido. Olvidarás lo malo y te centrarás en lo feliz que te sientes por haber sido capaz de escribir un cuento, un poema, un capítulo de tu novela, lo que sea… Releerás tu texto. Serás feliz por cada palabra escrita.

Esos días llegarán. Estoy segura de ello. Aunque no sé si hoy va a ser uno de ellos.

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(Reflexión publicada en EÑES)