Lo tenía decidido. Esa misma tarde se metería en la bañera y se cortaría las venas. Sólo quería despedirse de una persona antes de hacerlo. Marcó su número de teléfono. Esperó un tono tras otro pero nadie respondió. Entonces sonó el timbre de la puerta. Ahí estaba ella, con un bastón de caramelo en la boca, mirándolo.
—¿Vamos al cine? —propuso ella.
—Bueno, eh…, pues vale… —contestó él.
—Perdona, ¿estabas haciendo algo importante?
—No, nada —dijo él—. Ya lo haré otro día.
-.-
Microrrelato que participa en el Reto 5 líneas del mes de Diciembre del blog de Adella Brac.
Genial!!!
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Gracias, Norbertous. Me alegra que te gustara mi microrrelato.
Un saludo.
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Je, je, ¡qué poquito hace falta a veces para hacernos desistir de las intenciones heroicas! Muy bueno.
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jejejeje… la telepatía que le ha salvado, Máximo.
Un placer tenerte por aquí.
Un beso.
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Hace poco he descubierto en tu blog que detrás de Máximo está Carmen.
Así que te pido disculpas y te doy las gracias, Carmen, por pasarte por aquí a leer y comentar.
Un beso.
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No hay nada que disculpar: ¡Máximo y yo nos llevamos estupendamente! Un abrazo, alma.
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Ufff por poco. Besos a tu alma.
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Si, por poquito, María del Mar, jejeje…
Besos de vuelta para tu alma también.
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Buenísimo!!!!! Me ha encantado.
Un saludo, Alma
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Muchas gracias, Piedad.
Me alegra que te gustara mi microrrelato.
Un saludo
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