Conseguir que los pueblos indígenas y las comunidades locales de todo el mundo puedan seguir siendo los propietarios y titulares de sus tierras frente al acaparamiento de tierras que hacen las grandes empresas trasnacionales es indispensable para:
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lograr erradicar el hambre en el mundo;
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proteger la biodiversidad del planeta;
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evitar la eliminación de las semillas autóctonas y los sistemas de cultivo tradicionales; y,
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evitar que se pierdan los idiomas y las culturas autóctonas.