
Imagen de Elmar Geißler publicada en Escribe fino
En el centro de la esfera del reloj podía leerse la leyenda que le recordaba el lugar donde lo había comprado: Grand Central Terminal – New York. La última vez que había visitado la ciudad lo había hecho con Lucía. Ahora ya no estaba a su lado. Su relación había comenzado ha resquebrajarse al mismo tiempo que el reloj había dejado de funcionar.
Al principio no se dio cuenta del paralelismo que existía entre su relación con Lucía y el funcionamiento del reloj. Primero dejó de marcar las horas con puntualidad: o bien se adelantaba o bien se atrasaba, pero rara vez marcaba la hora que debía. Más tarde terminó por dejar de funcionar por completo. Ahí es cuando las discusiones con Lucía fueron cada vez más frecuentes y con mayor intensidad.
Una mañana al despertarse se dio cuenta de que al reloj le faltaban las manecillas. Tanto la aguja de las horas como el minutero o el segundero habían desaparecido. La esfera blanca resplandecía con sus doce números perfectamente ordenados sin que nada impidiera su visión. La noche anterior Lucía había decidido abandonar el piso que compartían.
Decidió, entonces, desmontar por completo el reloj. No podía dejarlo peor de lo que estaba así que por qué no intentar arreglarlo. Lo primero que haría sería buscar dónde podía comprar otras manecillas. Una vez que las tuviera, las instalaría de nuevo sobre la esfera numérica. Puede que, a lo mejor, cuando consiguiera que el reloj volviera a funcionar marcando el tiempo que pasa consiguiera también que Lucía le diera otra oportunidad volviendo a casa.
-.-
(Para El Bic Naranja – Viernes Creativo)
Me temo que el reloj sólo ejerció de testigo y a lo peor de chivo expiatorio, es una metáfora excelente, se puede amar el pasado en los recuerdos, el presente en cada momento y el futuro en los sacrificios. Un abrazo.
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El reloj fue testigo de un amor y de un desamor, y, tal vez, sea la herramienta idónea con la que hacer el volver al amor. ¿O sería la causa primera de todo lo que le ocurrió a la pareja protagonista del microrrelato?.
Quién sabes, Carlos…
Un beso.
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Ojalá un amor roto pudiera arreglarse tan fácilmente como un reloj. Bonito relato. Un abrazo
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Ojalá pudiera ser, Mayte… Nos haría la vida más fácil. Encontrar la felicidad y el amor no debería de ser tan difícil como lo es en ciertas ocasiones.
Un beso, compañera.
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Sutil metáfora…/ y su misterio. ¡Una maravilla! /Lola.
Saludos!!
Lucio
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Muchas gracias, Lucio.
¡Quién pudiera descubrir un misterio y con ello arreglar a la vez un amor roto!
Un beso.
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Me parece fascinante la comparación que haces en tu relato, entre el reloj y una relación amorosa.
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Mil gracias, una vez más, Alicia, por tus amables palabras. Es un placer tenerte por aquí acompañándome.
Un beso.
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Vaya, hay quien se aferra a cualquier cosa para mantener a esperanza
Muy buen relato. Un abrazo, compi 🙂
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Hay que aferrarse a todo lo que una puede, Lídia, con tal que el amor gane siempre.
Un beso, amiga.
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