Tras dejar el abrigo colgado en el perchero de la entrada entró en la casa y revisó, una a una, todas las habitaciones. La soledad reinaba a sus anchas entre aquellas paredes. Sonó el teléfono que tenía sobre el aparador del salón.
—¿Qué tal estás? —preguntó su madre.
—Bien, estamos bien, decidiendo qué vamos a cenar —respondió Víctor.
—Pero, ¿con quién estás?
—Estoy con Mara, mamá.
—No puede ser, cariño. Mara murió. ¿No lo recuerdas?
-.-
Microrrelato que participa en el Reto 5 líneas del mes de Noviembre del blog de Adella Brac.
Wow, impresionante…
Un abrazo, Lola 🙂
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Gracias, Lidia. Siempre es un placer que te guste unos de mis microrrelatos.
Un beso. compañera.
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Qué bien contada está la compañía de la soledad.
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Gracias, Francisco.
Es un placer tenerte de nuevo por aquí comentando.
Un beso.
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Impactante, diciéndolo todo en tan pocas palabras y sin echar de menos a ninguna más
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Muchas veces con pocas palabras haces llegar mejor el mensaje que quieres lanzar.
Me alegra saber que te gustaron las que usé, Úrsula.
Un saludo
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Es verdad, pero el arte está en saber escogerlas … que no es tarea fácil.
Fue un placer leerte que pienso repetir.
¡Saludos!
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