No había forma de que se callara. Seguía hablando y hablando, protestando, gritando, exponiendo sus razones sin atender a las mías. Estaba exactamente en la misma posición desde que habíamos comenzado la discusión. Al final la tomé en mis brazos y la elevé:
—¡No es justo, mamá! ¡No quiero salir del agua! Sólo llevo unas horas nadando con los peces. Son mis amigos y no los veo desde el verano pasado.
-.-
Microrrelato que participa en el Reto 5 líneas del mes de Julio del blog de Adella Brac.
Ja, ja, qué bueno, por lo real. «Solo unas horas» que pueden alargar indefinidamente… Un abrazo.
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La medida del tiempo en la infancia es siempre relativa. Es cuando nos volvemos mayores cuando los relojes no nos dejan vivir.
Gracias por la compañía, Luna.
Un beso.
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jjajajaja arrugá como una pasa estaría ya!!! Muy bueno, Lola.
Un abrazo 🙂
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Para los niños el tiempo que pasan en el agua nunca es suficiente. Gracias por tu compañía, Lidia.
Un beso
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Como siempre, en unas pocas líneas nos traes todo un mundo. A pesar de que se me van haciendo mayores, todavía andamos con cosas como éstas.
En fin, estupendo micro.
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Pero bueno, Francisco, tú de nuevo por aquí. Es una alegría tenerte de nuevo haciendo tus comentarios siempre enriquecedores. Me alegra que te gustaran mis reencuentros.
Un beso.
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Jajaja, me encanta. Es muy tierno. Besos a tu corazón.
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Gracias, María del Mar, por tu comentario. Los recuerdos de la infancia nos sacan muchas veces nuestro lado más tierno.
Un beso.
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me ha encantado la pataleta tan realista. Lo que para unas horas para otros es una eternidad.
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Gracias, Miriam. Me encanta que te haya encantado mi microrrelato. El paso del tiempo siempre es relativo, sobre todo si te lo estás pasando bien.
Un beso, compañera de letras.
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