Ven a mis brazos, querida. Descubre que no soy la persona que tú conociste. Quita los vaporosos velos que un día nos separaron y vuelve a mí.
La cárcel me ha cambiado. No soy el mismo que era. Ya no pienso en matarte. Tan sólo pienso en amarte.
Sé que no crees en la bondad de mis palabras. Todo el mundo te dice que no me creas. Pero sé que en el fondo de tu corazón todavía me amas.